En una nota anterior, nos dirigimos a las y los candidatos presidenciales: si Costa Rica quiere potenciar su desarrollo y no abandonar una o dos generaciones, el próximo gobierno debe priorizar, además de la educación, tres ejes trascendentales para la niñez y adolescencia: primera infancia, salud mental y prevención de la violencia homicida juvenil.
Hoy, nos dirigimos a vos, al votante. Porque en democracia, todos y todas en cada elección, definimos las consecuencias directas en la vida de niñas, niños y adolescentes.
Costa Rica atraviesa cambios profundos: menos nacimientos, una población infantil más pequeña y un contexto de violencia creciente que golpea con especial fuerza a jóvenes de comunidades vulnerables. En este escenario, la pregunta clave no es solo quién quiere gobernar, sino qué está dispuesto a proteger.
Cuando escuche a los candidatos, pregúntese:
Las niñas, niños y adolescentes no votan, pero su futuro sí está en juego.
Costa Rica cuenta hoy con una Política Nacional de Niñez y Adolescencia 2024-2036, con ejes claros, metas e indicadores. Esta política trasciende gobiernos y que reconoce derechos, brechas y responsabilidades del Estado.
Sin embargo, una política pública, necesita seguimiento, inversión, apoyo político, articulación institucional y exigibilidad ciudadana. La realidad actual —reducción de becas, debilitamiento de programas educativos y menor inversión social— demuestra que la niñez queda relegada frente a otros intereses de corto plazo. Por eso, el voto informado es también una herramienta para la protección de las personas menores de edad.
Tres claves para pensar su voto
Primera infancia: Un candidato o candidata comprometido con la niñez, hablará de los cuidados, ampliar la red de cuido, nutrición, educación y el apoyo a las familias desde los primeros años. Sabrá que ahí se define gran parte del desarrollo futuro y que cada colón invertido tempranamente evita costos sociales mucho mayores después.
Salud mental: Tendrá propuestas claras para atención psicológica en centros educativos, no verá como un lujo la inversión en salud y el apoyo de redes comunitarias para la atención de la salud mental, sino como una responsabilidad. Minimizar la salud mental hoy es hipotecar el bienestar de mañana.
Violencia homicida juvenil: Cuando un plan de gobierno solo promete mano dura, sin prevención ni oportunidades, es una señal de alerta. La violencia que mata a nuestros jóvenes no surge de la nada, se alimenta de abandono, desigualdad y falta de oportunidades reales.
El voto también es un acto de cuidado. Votar pensando en las niñas, niños y adolescentes no es un gesto ingenuo ni idealista, todo lo contrario, es realista y pragmático. Los países que protegen a sus niños y jóvenes son los que logran estabilidad, productividad y cohesión social a largo plazo.
Pregúntese qué candidato o candidata entiende que gobernar también es cuidar.