lunes 15 de julio - 2024
Una sociedad violenta moldea el comportamiento social de la Niñez
No solo es el caso de la Palmera de San Carlos, recordemos otros “Una adolescente de 14 años perdió la vista en su ojo derecho cuando un compañero del Liceo de Chacarita, en Puntarenas, le lanzó cloro. (2023)”[1] “Niña sufre trauma en ojo al ser golpeada por un compañero de escuela en Golfito (2023)”[2] “Niño que perdió el ojo por culpa de compañero, alegó que, a pesar del bullying que recibía, ni la maestra u otra autoridad de la de la escuela Omar Dengo Guerrero en Barrio Cuba hicieron algo, a pesar de que lo sabían. (2016)”[3].
Los adultos responsables de los niños, niñas y adolescentes tienden a modelar comportamientos violentos que son reproducidos por las personas menores de edad, reflejándose en situaciones con sus pares de manera cada vez más clara.
Desde World Vision Costa Rica hemos estado alertando desde hace varios años sobre la presencia de bullying y otras violencias entre pares en los centros educativos, comunidades y redes sociales. Las consecuencias del fenómeno no sólo es la provocación del miedo, la intimidación, la incomodidad, sino un daño emocional grave y duradero a largo plazo, interfiriendo en el desarrollo y su desenvolvimiento en la adultez. También registrándose ideaciones y actos suicidas.
El bullying y el acoso son las formas de violencia intencionadas (insultos, golpes, humillaciones, desprecios, rumores infundados), ejercidas principalmente entre pares. Tradicionalmente era referido a los entornos educativos, como el foco donde se desarrollaban estas prácticas, pero lo cierto es que no es así, el fenómeno de las redes sociales hizo que las estrategias de humillación y amedrentamiento continuaran de manera sistemática. El fenómeno puedo ocurrir a través del celular, en el barrio, en las iglesias, en grupos de fútbol, gimnasia, en cualquier otro grupo al que pertenezcan o se movilicen las personas menores de edad.
Este tipo de actos violentos donde median en muchos casos el machismo, la xenofobia, homofobia, el señalamiento por poseer recursos económicos escasos, la “ley del más fuerte” y otros elementos utilizados para impulsar la discriminación, alimentan la escalada de violencia social que vive el país.
Parte de nuestro trabajo en las Casas Club, es el abordaje de los factores de violencia y como atender situaciones de bullying y acoso. Hemos escuchado decenas de situaciones que viven nuestros niñas, niños y adolescentes. Nuestras psicólogas han intervenido clínicamente para acompañar casos donde las familias no saben qué hacer, y refiriendo y dando seguimiento a instituciones como MEP, PANI y Fiscalía.
Las personas menores de edad que sufren estas agresiones a menudo se sienten culpables y no saben qué hacer para detenerlo. Pueden incluso retraerse y no tener vida social por miedo a la humillación, sufrir lesiones o problemas de salud, y en muchas ocasiones más probabilidades de abandonar los entornos educativos y sus estudios. También en algunos casos puede que reaccionen de manera tan enérgica que usen represalias violentas. Un círculo vicioso interminable.
Como sociedad, no hemos tomado con la debida seriedad las consecuencias de los comportamientos violentos que vemos en los entornos educativos y las redes sociales a diario ligados al acoso y bullying. Desde la organización nos preocupan las consecuencias que esto produce en la forma en que las personas se conducen y moldean el comportamiento social actual y futuro, validando día a día la violencia como forma de relacionarse con los demás.
La indignación colectiva del momento provoca una cascada de lamentos, “meas culpas” y llamados a más violencia atizadas por las redes sociales. Ante el reciente caso, pudimos leer comentarios como: “A xxx no lo van a esconder de por vida” decía una cuenta real en X, mientras publicaba un pantallazo de una cuenta falsa en Facebook que decía” lástima que nadie se pueda esconder de nosotros”, al tiempo que una turba enardecida era retenida por la fuerza pública frente a la casa del adolescente. Todo ello es un ejemplo de esa cultura que perpetúa y válida tales acciones, a la vez que confirma la necesidad de reforzar programas preventivos y de formación que respondan a estas manifestaciones de violencia, cada vez más crueles e inhumanas, sin precedentes en nuestro país.
Los síntomas son más que conocidos, los incidentes no paran si miramos con atención. Es un hecho que las autoridades, todas, deben reflexionar sobre los programas actuales para la prevención de las violencias, si los resultados son los esperados, sin son suficientes o su inversión es adecuada, si es necesario desarrollar otros programas o políticas que afronten esta problemática.
También, es un hecho, que todo ello será en vano si la sociedad no logra reflexionar y cambiar la dirección que parece haber tomado, y es que mientras las personas adultas enseñen con actos y omisiones a las niñas, niños y personas adolescentes que la violencia es válida para conducirse en sociedad, será muy difícil corregir el camino.
Referencias:
[1] https://www.lateja.cr/sucesos/estudiante-perdio-la-vista-de-un-ojo-luego-de-que/MTFSSDPADND55GRG6EGJHAGBME/story/#:~:text=Una%20estudiante%20del%20Liceo%20de,tir%C3%B3%20cloro%20desde%20la%20ventana.
[2] https://www.nacion.com/el-pais/educacion/nina-sufre-trauma-ojo-al-ser-golpeada-por-un/MEBU6CTWXNEQRGSM3SNTLPIZIA/story/
[3] https://ameliarueda.com/noticia/nino-perdio-ojo-gana-demanda-estado-sala-primera-noticias-costa-rica