Fortalecer la identidad positiva de las niñas, los niños y las personas adolescentes es una tarea crucial pues les permitirá navegar por la vida con mejores recursos personales. La identidad se constituye desde muy temprano en la infancia: nos permite tener un mejor sentimiento de control sobre las cosas que suceden en la vida diaria, fortalecer la autoestima y construir una visión más positiva del futuro, a pesar de que no siempre las cosas suceden como quisiéramos.
Hay muchas maneras de fortalecer la identidad cotidianamente y en este blog te damos algunas ideas sobre hábitos que podemos poner en práctica día a día con las niñas, los niños y las personas adolescentes:
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Tomar decisiones: en los hogares, es positivo fomentar oportunidades y espacios para que las niñas, los niños y las personas adolescentes (según su edad y etapa de desarrollo) puedan tomar decisiones sobre las cosas simples, pero también sobre los asuntos más serios que les atañen. Por ejemplo, desde muy temprano en la infancia, las niñas y los niños pueden tomar decisiones sobre la ropa que quieren vestir, los libros que quieren leer o los lugares dónde quieren ir a pasear en familia. En el caso de las personas adolescentes, también deben tener oportunidades para expresar sus pensamientos y deseos, poder escoger sus amistades, los programas de televisión, los intereses y pasatiempos. Lo anterior no significa que una decisión no requiere, en algunos casos, supervisión por parte de una persona adulta, pero siempre debe hacerse dentro del marco del respeto y el diálogo, para continuar aprendiendo.
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Proponer actividades: los niños, las niñas y las personas adolescentes pueden proponer qué actividades hacer en familia, por ejemplo, ver algún programa de televisión, jugar su videojuego favorito, hacer una cena especial o preparar una comida, ir a algún lugar particular de paseo o cualquier actividad que le resulte atractiva y que quiera compartirla con la familia. Eso les ayuda no solamente a fortalecer su sentido de pertenencia y de control sobre sus vidas, sino que también fortalecer su autoestima, y afianza los vínculos significativos.
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Expresar cariño: tanto en la infancia como en la adolescencia, las personas necesitamos el cariño y el afecto de otras personas que son significativas; el cariño se puede expresar de muchas maneras: puede ser a través del contacto físico (por ejemplo, un abrazo, un beso o un chineo apropiado), pero también a través del contacto emocional (escuchar atentamente, hacer contacto visual, dar palabras de apoyo, felicitación o ánimo), reconocer logros y subrayar fortalezas y virtudes, así como expresar agradecimiento por lo que esa persona es y hace. En el proceso de desarrollo es importante que las personas se sepan y se sientan amadas, y es algo que debería ser un hábito cotidiano.
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Establecer metas: esta es una buena práctica en cualquier edad de la vida, poder reconocer qué quiero en el corto, mediano y largo plazo –según la edad– y proponernos pequeñas (o grandes) metas que sean concretas, alcanzables, realistas y definidas en el tiempo. Las metas pueden cubrir varias dimensiones de la vida y no solamente el área académica (como suele suceder en el caso de los niños, las niñas y las personas adolescentes). Puede ser, por ejemplo, proponerse una meta para desarrollar algún interés artístico o deportivo, aprender un nuevo idioma –por placer–, ahorrar, aprender una destreza (receta de cocina, aplicación tecnológica), iniciar una disciplina deportiva o metas relacionadas con el cuidado de la salud física…
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Divertirse: el buen humor también es importante como un hábito para fortalecer nuestra identidad de forma positiva; la evidencia científica ha demostrado que el buen humor tiene efectos tanto a nivel fisiológico como a nivel psicológico (para reducir los niveles de estrés, por ejemplo, lidiar con situaciones complejas y aumentar la resiliencia, esa capacidad de sobreponernos ante una situación difícil o dolorosa). La diversión en familia no tiene por qué ser una actividad costosa, no es necesario hacer paseos costosos para divertirse o recrearse, un juego de mesa, contar chistes o anécdotas familiares divertidas pueden ser igualmente efectivas para ponerle un poco de humor a la vida.
Como se puede observar, hay muchas maneras de fortalecer la identidad positiva en los niños, las niñas y las personas adolescentes; es un proceso de crecimiento y aprendizaje en el que vale la pena invertir tiempo y esfuerzo pues sus resultados se verán en el inmediato, corto, mediano y largo plazo de una persona, para que puedan afrontar la vida de manera positiva y adaptativa, lidiando con las demandas y retos que la vida cotidiana presenta.