Jugar a ser otra persona e imaginar mundos y realidades diferentes es una gran alternativa para que los niños, niñas y adolescentes aprendan a reconocer sus límites y adquieran nuevos conocimientos.
El juego es una de las primeras herramientas con las que el ser humano conoce el mundo y aprende a moverse en él.
Mediante la lúdica, entendemos cómo seguir las normas, desarrollamos nuestras habilidades y coordinamos estrategias con otras personas para alcanzar un objetivo.
Y entre las diferentes formas posibles de abordar actividades lúdicas con niños, niñas y adolescentes, el juego de roles es quizás el que más beneficios aporta al desarrollo emocional, cognitivo y social.
Eso gracias a que se prestan para hacer todo tipo de dinámicas para expresar emociones. Miremos más a fondo de qué se tratan los juegos de rol.
¿Qué es un juego?
Para empezar, es importante aclarar qué es un juego. Una de las definiciones más aceptadas a nivel académico es la presentada en 1970 por el danés Jesper Juul.
En su libro Half-Real: Video Games between Real Rules and Fictional Worlds, este historiador y terapeuta de familia enumeró seis características fundamentales para que una actividad sea considerado como juego:
Los juegos de roles para los niños
Cuando se habla de este tipo de actividad lúdica, vienen a la mente los juegos de rol de mesa: un grupo de chicos en una sesión de Calabozos y dragones, juego en el que asumen el papel de guerreros o aventureros de diferentes épocas y razas.
Pero los juegos de roles, en su concepto más amplio, tienen que ver también con la caracterización y la actuación.
Jugar con tus hijos a los piratas o a los exploradores espaciales, mientras recorren diferentes lugares de la casa en busca de dragones, tesoros o colonias extraterrestres, es una buena forma de encender la creatividad.
Interpretar un personaje les permite ponerse fuera de ellos y entender, desde otro punto de vista, lo que está bien o mal en su propio accionar frente a situaciones reales.
Situaciones en las que la justicia, la bondad y la equidad hacen presencia, como el compartir un juguete con un hermano o amigo, por ejemplo.
Esas caracterizaciones se amplían también a las profesiones de los adultos, y a las actividades que ven realizar a sus padres o acudientes, lo que les ayuda a prepararse para la vida.
Beneficios cognitivos y emocionales de los juegos de roles
El sicólogo español Diego Tomé describe, en el libro Educar jugando: un reto para el siglo XXI su experiencia con los juegos de rol como herramienta educativa.
En sus palabras, el rol permite “abordar contenidos socioemocionales, principalmente porque las visiones y respuestas alternativas a la problemática del alumnado surgen de sus compañeros y no directamente del educador”.
Desde su punto de vista, la misión del educador, en este tipo de actividades, se limita a plantear experiencias que inviten a la reflexión y el entrenamiento.
Entre los beneficios reconocidos por el experto se cuentan:
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Desarrolla la tolerancia a la frustración
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Permite reconocer los propios límites
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Pone de manifiesto posibles prejuicios
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Enseña sobre resolución de conflictos
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Ayuda a fortalecer competencias académicas (matemáticas, historia, etc.).
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Promueve el trabajo en equipo
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Hace más fácil ponerse en los zapatos del otro
Como puedes ver, son muchos los beneficios sociales, emocionales y cognitivos de los juegos de roles. Dedica tiempo a caracterizar otros personajes en los juegos con tus hijos, y estarás brindándoles recursos que les serán de utilidad en la adultez.