Los niños no perciben el mundo igual que los adultos y, por cierto, la incertidumbre que ha traído consigo la pandemia por coronavirus ha puesto una presión adicional sobre todos los integrantes de la familia. Teniendo este escenario en mente, buscamos algunos consejos para ayudar a los niños a superar sus miedos y vivir más tranquilos y felices.
¿Qué es el miedo? Una sensación de angustia provocada por algo desconocido. Todos lo hemos sentido, aunque a veces se nos olvide cómo se sentían los temores cuando éramos pequeños.
Si bien hay ciertos miedos que se pueden esperar en la niñez, como a la oscuridad, a estar solos o al monstruo que vive debajo de la cama, es posible que en estos tiempos nuestros hijos manifiesten temor a ir al colegio o a que se enferme un integrante de la familia. Acá dejamos algunos tips para enfrentar estos y otros temores comunes en la infancia.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos a superar sus miedos?
Algunos expertos, como en la Child Mind Institute, aseguran que la meta es lograr la auto regulación de las emociones. ¿Qué es esto? Simple: es la habilidad para moderar los sentimientos y comportamientos de una manera saludable. Como adultos lo hacemos sin pensarlo, pero en el caso de los niños que están recién aprendiendo a entender qué les pasa, es importante guiarlos y enseñarles a auto regularse por sí mismos.
En el caso del miedo y la ansiedad, podemos seguir los siguientes pasos:
Primero: entender de dónde nace el miedo
Si bien estos son tiempos difíciles debido a la pandemia, los miedos infantiles generalmente responden a cosas más o menos estandarizadas: la soledad, la oscuridad, animales grandes o monstruos imaginarios. Cuando los niños manifiestan miedo, el primer paso es preguntarles por qué se sienten así. Si son muy pequeños y no saben expresar lo que sienten, una idea es ayudarlos con preguntas más específicas, hasta llegar al origen del temor.
Revisa el blog sobre cómo explicarle las emociones a tus hijos.
Segundo: aceptar sus sentimientos y seguir adelante
A veces, con la intención de hacerlos olvidar el sentimiento que pone a los niños tristes o temerosos, le quitamos importancia. “No te preocupes por eso, da lo mismo” o “Eso no da miedo”, son reacciones normales que podríamos tener porque, muchas veces, sus preocupaciones no son las nuestras y nos cuesta ponernos en su lugar (¡qué rápido olvidamos ese fantasma en el closet que, en realidad, era la pila de ropa sucia!). Pero dar seguridad es un paso vital para enseñar a los niños a auto regularse. “Parece que te asustaste” o “Cuando niña a mí también me daba susto eso”, es un acercamiento más saludable en este caso.
Tercero: hacer un plan para la próxima vez.
El principio que aplican los expertos es: consolar, validar y seguir adelante. Crear un plan con el que poco a poco vayan empoderándose de su sentimiento, entendiéndolo y superándolo. Por ejemplo, si es que temen que alguien de su familia se enferme, mostrarles cómo se cuidan, qué medidas están siguiendo y darles seguridad que están haciendo todo lo posible para prevenir y estar sanos y juntos. Luego, animar, tener paciencia y respetar sus tiempos, sin darles demasiado espacio para crear una fijación con el objeto de su temor.
Existen innumerables actividades que ayudan a los padres y a los niños a identificar y lidiar con las emociones. Uno de ellos, es leer el clásico “Monstruo de colores”, de Anna Llenas. Además de los libros, existen aplicaciones y plataformas como iSmart, creada por World Vision, que entrega herramientas para la vida en un entorno seguro y amigable. Estos contenidos de e-learning están pensados para niños, jóvenes y, además, sus cuidadores, entregando herramientas de manera integral para todo el proceso de aprendizaje.
¿Cómo saber si los miedos de mi hijo se escapan de lo esperado para su edad?
Existe un rango de comportamientos esperados y esperables en los niños. Aun así, los padres y cuidadores deben estar pendientes de cualquier cambio brusco en el ánimo de sus hijos, especialmente cuando dejan de disfrutar actividades que antes les gustaban, están tristes la mayor parte del tiempo, sufren cambios en sus patrones de alimentación y sueño o tienen comportamientos autodestructivos.